EL LENGUAJE DEL MENTIROSO
Los instrumentos de joder, perdón de poder, utilizan el lenguaje
con fines perversos. Ya en los tiempos de Franco, cuando un ministro afirmaba
que no subiría la gasolina la gente hacía
interminables colas en las gasolineras. El precio del aceite se
mantendrá, y pocas horas después las existencias de este producto se agotaban.
Recientemente Rajoy decía que no iba a recortar en educación o sanidad, pocos
días después empezaron los recortes en ambos servicios. El IVA no iba a subir,
afirmó, y subió inmediatamente. Ahora amenaza con que las pensiones no se van a
tocar, pero los jubilados y el resto del personal tenemos la certeza de que el
recorte de las pensiones está al caer.
Desde hace unos años comprobamos que el gobierno (PP ó PSOE, da
igual) evita determinados términos, ocultándolos con palabras de significado
radicalmente opuesto a lo que la realidad determina. Así, Zapatero llamó
desaceleración del crecimiento a la entrada en una profunda recesión de la que
aún no hay visos de salida, después pronunció el bonito término de “brotes
verdes de la economía”, refiriéndose, suponemos, a la suya propia.
Actualmente el gobierno derechista profundiza en el lenguaje
tramposo cuando a la amnistía fiscal le llama “proceso de regularización de
activos ocultos”, al rescate europeo de
la banca lo llama “crédito en condiciones ventajosas”, especialmente para los
bancos cuya deuda pagamos entre todos. Esta crisis financiera provocada por el
comportamiento irresponsable y codicioso de los bancos, que contaban con la
delictiva complicidad de los políticos, se nos presenta como una responsabilidad
colectiva de toda la sociedad (hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades), cuando en realidad se trata de una monumental estafa del
aparato político-financiero.
No hay nada nuevo bajo el sol, hace ya muchos años que las
ganancias son privadas y las pérdidas se socializan. El viejo truco de que el
Estado compre empresas o bancos en quiebra para sanearlos con dinero público y
posteriormente privatizarlos, no pierde vigencia. La banca siempre gana, como
en la ruleta. Lo último es presentarnos la sanidad como un sector tan deficitario
que hay que privatizar. Nos siguen tomando por idiotas si pretenden hacernos
creer que la empresa privada se va a hacer cargo de un negocio ruinoso. Es tan
rentable que ha despertado la codicia de los políticos y sus familiares que
repentinamente se han constituido en empresarios de la salud.
A otro perro con ese hueso.