ADORABLES MENTIRAS

                                        Se acaba el año y se acaban las palabras para definir a esta pandilla de mentirosos compulsivos que nos somete, que no gobierna. Con descaro insultante, la delegada del gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes se atreve a afirmar ante las cámaras de tv que no se multa a los manifestantes, sólo se les abre expediente administrativo sancionador. Y lo dice con media sonrisa, esta golfa casada con un delincuente en busca y captura con el que convive. Rajoy y su  banda iniciaron el secuestro y saqueo de este país hace un año, engañando a los millones de imbéciles que los votaron, creyendo en un programa electoral que no han cumplido en ninguno de sus puntos: Aseguraban que la sanidad, la educación y las pensiones, no sufrirían recortes, y han dado auténticos hachazos. Despidieron miles de profesores, con lo que la ratio de alumnos aumentó significativamente en detrimento de la calidad de la enseñanza. Suprimieron materias como educación para la c

Estamos invitados a una boda en Jambiani. Acudimos por curiosidad ya que nunca hemos visto un boda musulmana. Desde la llegada al pueblo (se trata de un barrio alejado de los hoteles y centros turísticos) percibimos una gran algarabía del vecindario. Las  mujeres agrupadas con trajes de vivos colores (bui bui) y los hombres en el lado opuesto de la plaza, la mayoría luciendo un gorro redondo (kofia) y algunos con túnica blanca (kanzu), los niños por todas partes. Somos los únicos blancos e inevitablemente centramos la atención y curiosidad de todo el mundo. Nos dirigimos a casa del novio (fue él quien nos invitó) y lo encontramos con kanzu, pañuelo  rojo y blanco (veli ) sobre los hombros.    Desde la casa un coche lo recoge y lo lleva a un lugar, distante 100 metros, donde se celebra la ceremonia religiosa, en la que sentado en un suelo cubierto de alfombras y flanqueado por su padre y hermanos se situa frente al oficiante. Entre éste y el contrayente hay una bandeja en la que hay 

De las mejores playas de la costa este de Zanzibar, finas arenas y un mar tranquilo y poco profundo, sin las molestas rocas y campos de  algas de Jambiani. La estancia en la playa se ve perturbada por una ininterrumpida procesión de beach boys que te ofrecen excursiones y restaurantes a buen precio, también aparecen supuestos masais que venden telas y artesanía. Unos y otros se van designados ante la negativa firme a sus ofertas. No insisten. En primera línea de playa tenemos el hotel Kitete Beach Resort, con un bar restaurant mirador desde donde se disfruta de una visión panorámica de la playa. La atención es deficiente y puedes morir de sed desde que pides la cerveza hasta que te la sirven. Mucho mejor está el Peaje by Night, con un buen servicio, buen restaurante y buen ambiente.   EL MAR SE RETIRA TODAS LAS MAÑANAS  UN KILÓMETRO, SE APRECIA EL FONDO MARINO, MOMENTO IDEAL PARA LAS MUJERES QUE RECOGER ALGAS PARA HACER CUERDAS, Y PESCAR A MANO LOS HOMBRES

La escuela primaria de Jambiani. Hemos tenido ocasión de visitar la escuela donde entregamos un centenar de lápices, boligrafos, colores, gomas y sacapuntas. Los casi 300 alumnos están repartidos en 6 o 7 aulas, con estricta separación por sexo dentro del aula. Los más pequeños sin pupitre, sentados en el suelo y con un puñado de arena esparcido por el suelo donde realizan efímeros dibujos, un material didáctico accesible y barato.Los mayores tenían pupitre, y algunos lápiz, los menos también libreta. No vimos un sólo libro. En nuestro recorrido por las aulas íbamos recibiendo el saludo cantado por los alumnos en pie, muy formales, en contraste con la algarabia anterior y posterior a nuestro recorrido. Recibimiento de los alumnos Maestros preparando las clases

La ciudad de piedra es la capital de la isla. De la presencia de fenicios, árabes y portugueses apenas quedan vestigios. La ciudad antigua es un intrincado laberinto de estrechas callejuelas por donde circulan motos a toda velocidad. Los carretones y bicicletas aderezan  el peligroso deambular por sus calles. Casi todos los monumentos históricos tienen poco más de cien años, si exceptuamos la mezquita de Kizimkazi de finales del siglo XII. El resto datan del siglo XIX, las catedrales de St. Joseph y anglicana, el antiguo mercado de esclavos y la casa de las maravillas. A mitad del recorrido cayó un impresionante aguacero que convirtió las callejuelas en canales por donde circulaba el agua con gran rapidez cubriendo hasta los tobillos. La comida fue en un restaurante africano de plato único por euro y medio. El resto de comensales lo hacían con la mano derecha, sólo nosotros usamos cubiertos. De regreso pudimos observar monos rojos, una especie endémica, en el bosque de Jozani.

El hotel  Mbuyuni (que en swahili quiere decir baobab) esta cerca de Jambiani, en la costa este de Zanzibar. Aunque el pueblo está a una media hora andando, resulta muy curioso ver a los pescadores  regresar cuando sube la marea y desde sus rudimentaria barcas llevan a tierra el pescado capturado con pequeñas redes. Se trata de una pesca mínima, de subsistencia, que no suele pasar de dos o tres calderos de peces diversos y pulpos o calamares, se supone que también langostas pues no faltan en el menú de cualquier restaurante por un módico precio (5 o 6 euros). Jambiani es un pueblo que se desparrama a lo largo de 6 Km.  de una costa plagada de algas que recogen las mujeres para fabricar cuerda con ellas, aprovechando la retirada del mar que deja al descubierto casi un kilómetro de fondo marino. En el pueblo se han instalado algunos europeos con negocios de  hostelería, principalmente alemanes e italianos.

Hotel Mbuyuni en Jambiani, al este de Zanzibar, correcto aunque con las deficiencias propias de África. Corriente eléctrica intermitente, wifi sólo en el anuncio, personal escasamente cualificado y alejado del pueblo.También tiene aspectos positivos como la piscina al pie de la habitación que sustituye a una playa que se aleja un kilómetro cuando menos te lo esperas, dejando una gran extensión de playa rocosa plagada de algas.